sábado, 6 de mayo de 2017

Oh Capitán, mi Capitán

Creo que todos nosotros hemos tenido algún señor Keating en nuestras vidas, como el personaje de El Club de los Poetas Muertos. Yo he tenido la suerte de tener varios. Profesores que nos enseñaron a pensar libremente, a creer en nosotros mismos, a no dejarnos llevar por los convencionalismos, a sacar lo que llevamos dentro. Profesores que pasaron y dejaron su huella en nosotros. Que nos enseñaron a aprovechar el momento. Profesores que nos mostraron la belleza de un poema, de un árbol o de una obra arquitectónica. A los que llevo en mi recuerdo y que han contribuido a formar parte de lo que ahora soy.


A todos ellos, gracias (vosotros ya sabéis quienes sois). 


¡Oh capitán, mi capitán!


¡Oh capitán, mi capitán!
Terminó nuestro espantoso viaje,
el navío ha salvado todos los escollos,
hemos ganado el codiciado premio,
ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas,
ya el pueblo acude gozoso,
los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y audaz,
mas, ¡oh corazón, corazón, corazón!
¡Oh rojas gotas sangrantes!
Mirad, mi capitán en la cubierta
yace muerto y frío.

¡Oh capitán, mi capitán!
Levántate y escucha las campanas,
levántate, para ti flamea la bandera,
para ti suena el clarín,
para ti los ramilletes y guirnaldas engalanadas,
para ti la multitud se agolpa en la playa,
a ti llama la gente del pueblo,
a ti vuelven sus rostros anhelantes,
¡Oh capitán, padre querido!
¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!
Esto es sólo un sueño: en la cubierta
yaces muerto y frío.

Mi capitán no responde,
sus labios están pálidos e inmóviles,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
el navío ha anclado sano y salvo;
nuestro viaje, acabado y concluido,
del horrible viaje el navío victorioso llega con su trofeo,
¡Exultad, oh playas, y sonad, oh campanas!
Mas yo, con pasos fúnebres,
recorreré la cubierta donde mi capitán
yace muerto y frío.

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