martes, 26 de septiembre de 2017

Espacios vitales

Hace un par de meses tuve la oportunidad de disfrutar de unos días de campo (montaña, río, acampada y vida salvaje) en familia con mis larvas humanas y el espécimen masculino que me soporta.

Vaya por delante que soy una apasionada del campo, la naturaleza, las florecillas y por supuesto también de los animales.

Lo que me genera un pelín de hostilidad es tener que compartir espacios vitales con animales que son mascotas de otras personas y van sueltos sin control.

Para que os hagáis una idea de mi línea de pensamiento: tengo mascota en casa, la considero un miembro de mi familia, pero no se la impongo a nadie. El que viene a casa sabe que hay gata. Tengo una amiga que toma antihistamínicos antes de venir porque es alérgica. He tenido niños en casa que les daba miedo la gata y lo que he hecho ha sido restringir los espacios para que no coincidiesen en la misma habitación mientras duraba la visita. Mi gata no sale de casa, por lo que no molesta a ningún vecino ni a nadie que pase por la calle. No obligo a nadie a convivir con mi gata.

Dicho esto, me parece estupendo que la gente tenga perros, especialmente si los cuidan bien. No llego a entender a la gente voy-a-todas-partes-con-mi-perro pero lo respeto siempre y cuando el animalito no moleste (que suele ser la mayoría de las veces). No puedo entender que vayan con el perro a la peluquería, al cine o a la boda del primo segundo de Cuenca. Me parece fuera de lugar, pero allá cada cual con el trozo de neurona que le ha tocado en suerte. Lo que no me parece tan estupendo es que los dejen sueltos sin control cerca del espacio vital de mi familia.

Entiendo que el campo se presta a salir a pasear con ellos y dejarlos libres, pero no me apetece ir a mear con mis hijos detrás de una mata (estamos en el campo, es lo que hay) y que venga un perrazo el doble de grande que mi hijo de tres años detrás de nosotros. Y el dueño a 100 metros llamándolo de lejos. Lo siento, pero no me apetece estar haciendo picnic y que venga el perro de nadie a cruzar por encima del mantel y a ver si de paso pilla algo de comida. Y el dueño, a 200 metros llamándolo de lejos.

Que si, que luego se disculpan (a veces, otras veces en lugar de disculpa se oye un eco silencioso). Pero a mi ya me han amargado la meada o el picnic. Que si, que te dicen que el perro no hace nada. No te hace nada a ti, que te conoce y eres de su manada. Con una desconocida como yo, que además soy una madre mamífera protegiendo a sus crías, no sabemos como puede reaccionar. No tengo por qué vivir ninguna situación incómoda, ni llevarme un lametazo de un animal que no conozco, cuando menos vivir una situación que pone potencialmente en peligro a los míos. Ante algo así no me valen las disculpas ni las excusas de ningún dueño de perro.

Lo dicho: que me parece estupendo que tengáis perros, los cuidéis y los saquéis a pasear al campo. Me parece estupendo que se hagan lugares especialmente habilitados para que vayáis con vuestros perros. Pero cuando compartís espacio con otras personas que no tienen ni quieren tener trato con vuestros perros, por favor, mantenedlos controlados cerca de vosotros (a uno o dos metros, no a 100). Así podremos convivir todos, disfrutar de la naturaleza y compartir espacios vitales.



sábado, 6 de mayo de 2017

Oh Capitán, mi Capitán

Creo que todos nosotros hemos tenido algún señor Keating en nuestras vidas, como el personaje de El Club de los Poetas Muertos. Yo he tenido la suerte de tener varios. Profesores que nos enseñaron a pensar libremente, a creer en nosotros mismos, a no dejarnos llevar por los convencionalismos, a sacar lo que llevamos dentro. Profesores que pasaron y dejaron su huella en nosotros. Que nos enseñaron a aprovechar el momento. Profesores que nos mostraron la belleza de un poema, de un árbol o de una obra arquitectónica. A los que llevo en mi recuerdo y que han contribuido a formar parte de lo que ahora soy.


A todos ellos, gracias (vosotros ya sabéis quienes sois). 


¡Oh capitán, mi capitán!


¡Oh capitán, mi capitán!
Terminó nuestro espantoso viaje,
el navío ha salvado todos los escollos,
hemos ganado el codiciado premio,
ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas,
ya el pueblo acude gozoso,
los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y audaz,
mas, ¡oh corazón, corazón, corazón!
¡Oh rojas gotas sangrantes!
Mirad, mi capitán en la cubierta
yace muerto y frío.

¡Oh capitán, mi capitán!
Levántate y escucha las campanas,
levántate, para ti flamea la bandera,
para ti suena el clarín,
para ti los ramilletes y guirnaldas engalanadas,
para ti la multitud se agolpa en la playa,
a ti llama la gente del pueblo,
a ti vuelven sus rostros anhelantes,
¡Oh capitán, padre querido!
¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!
Esto es sólo un sueño: en la cubierta
yaces muerto y frío.

Mi capitán no responde,
sus labios están pálidos e inmóviles,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad,
el navío ha anclado sano y salvo;
nuestro viaje, acabado y concluido,
del horrible viaje el navío victorioso llega con su trofeo,
¡Exultad, oh playas, y sonad, oh campanas!
Mas yo, con pasos fúnebres,
recorreré la cubierta donde mi capitán
yace muerto y frío.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Para ser bruja

El otro día vi esta imagen maravillosa en redes y tuve que compartirla.


Después mi amiga Alicia (¡hola, Alicia!) escribió este precioso texto que os quiero compartir para que no se pierda en la inmensidad de Facebook

“Existen y, son lo que muchas desearían ser y no se atreven.
Son maravillosas, espontáneas, libres, fuertes, decididas, comprometidas, agradables al trato, inteligentes, indomables...y están en continúo aprendizaje.
Son diferentes y por eso las persiguen...
No cumplen los deseos de nadie, como las hadas, cumplen los suyos propios y jamás... Dejan a otra bruja tirada.”

Y, aunque soy más de hadas que de brujas, el texto de Alicia me ha inspirado.

Para ser bruja hay que ser un poco alquimista, muy curiosa y un pelín inquieta. Saber de pócimas, de las que curan, de las que ayudan no solo al cuerpo sino también al alma.

Para ser bruja hay que tener el miedo justo para que a veces se te pince el corazón, pero aun así ser capaz de sacar el valor de seguir adelante.

Para ser bruja hay que cuidar, proteger, amar… no permitir que nada lastime a los tuyos.

Para ser bruja hay que rodearse de otras brujas, reír como locas y bailar hasta hartarse. Hay que poner empeño en lo que hacemos. Hay que aprender continuamente. Hay que leer, salir, entrar, pensar, vivir…

Para ser bruja hay que ser libre. 

martes, 2 de mayo de 2017

Gente maleducada

Están ahí, entre nosotros, camuflados de gente normal. Al principio te pueden caer hasta simpáticos (algunos son hijos preadolescentes y se hacen querer). Pero poco a poco, con la convivencia, vas descubriendo la cruda realidad.

Es esa gente que no da los buenos días cuando llega a la oficina, pero que luego intenta sacarte temas de conversación absurdos. Esa gente que te da golpecitos en el brazo cuando te está hablando. Esa gente que un día parece como que le caes superbién, y al día siguiente te hacen el vacío a la hora de la comida. Ese tipo de gente, ya sabéis.

Seguro que los habéis visto. Van por los pasillos como alma en pena, y se sobresaltan cuando se cruzan con alguien. Gente a la que les pareces un bicho raro, y te lo recalcan a diario, pero no son conscientes de sus propias rarezas (y se enfadan cuando se las mencionas).
En fin, ya me entendéis. Esa gente.


Hoy no es domingo pero hay fútbol, os dejo música. 


domingo, 19 de marzo de 2017

Reflexiones del día del padre

Ya sabéis que tengo dos hijos (si no lo sabéis, os estáis enterando ahora), de dos padres diferentes. Soy así de disfuncional, pero soy feliz con la familia que he formado.

Lo que no me hace tan feliz es tener un niño de 11 años en casa que no ha pasado el día del padre con su padre, porque el tal padre no se ha dignado a aparecer. Que tiene un regalo que ha hecho con el colegio para su padre, y no se lo ha podido dar a nadie. Que hayamos aplazado planes porque su padre le prometió que vendría hoy, sin falta, a las 11 de la mañana, y que sean las 19:26 y hayamos pasado el día entre casa y el parque porque ni unos planes, ni los otros. Que se cree que a quien perjudica es a mí, por fastidiarme esos planes, pero en realidad a quien está perjudicando es a ese niño de 11 años que espera, y espera, y espero que algún día se canse de esperar.

Tengo suerte, porque mi familia disfuncional la he construido (reconstruido más bien) al lado de una persona maravillosa que es el padre de mi hijo menor, que antes de ser padre ya ejercía como tal con el mayor y que cada día me demuestra que todo ha merecido la pena.


No escribo desde la rabia, ni desde el rencor, ni desde el odio. Escribo desde la pena que me da ver la decepción profunda en los ojos de mi hijo, el de 11 años, mientras el de 3 solo puede admirar al hombre que cuida de nosotros. 

sábado, 4 de marzo de 2017

Lo queremos todo

Y cuanto más fácil y rápido, mejor.

Vengo de una generación en la que nos dijeron que podíamos conseguir lo que quisiéramos. Que podíamos ser lo que nos diera la gana. Era mentira.

Supongo que el estar acostumbrados a tener toda la información del mundo al alcance de la mano forma parte de esa mentira. Darse cuenta, de repente, de que conseguir algo requiere esfuerzo por nuestra parte, aunque sea mínimo, puede suponer una alta dosis de frustración para algunas personas. Personas que aun no han entendido que no, que no podemos conseguir lo que queramos. No tan fácil.
Me incluyo porque yo también he pecado a veces en las actitudes que hoy critico.
Os cuento un sucedido, o más bien una actitud generalizada, para ilustrar lo que estoy pensando. Un ejemplo práctico que me ha llevado a estas reflexiones tan profundas. Ya sabéis que entre mis aficiones se encuentran las manualidades y Facebook. Por lo que es inevitable estar en grupos de Facebook donde se habla de manualidades. Se comenta, se comparten, se suben fotos, se pide ayuda para hacer tal o cual cosa.

Es muy típico en esos grupos pedir patrones o tutoriales de cosas concretas. Pero además se piden en castellano (la mayoría de los grupos en los que estoy son en castellano) y de gratis. Y con un tono de exigencia, de urgencia, que provoca rechazo en lugar de ganas de ayudar. En la mayoría de ocasiones son cosas que se pueden conseguir fácilmente haciendo una búsqueda en Google, pero la persona que los pide no quiere molestarse en hacer esa búsqueda. A veces requieren una búsqueda más profunda… pero si no nos molestamos en hacer lo sencillo, lo arduo ya es como de otro mundo. Es más fácil pedir, en un grupo de Facebook, y que alguien nos lo resuelva.

Hay veces que el patrón o el tutorial en cuestión no está en castellano, pero si se puede encontrar en inglés. No sé, yo me he molestado en formarme y aprender un idioma extranjero (que chapurreo malamente pero que soy capaz de leer y traducir), por lo que un tutorial en inglés de una manualidad no me asusta. Pero supongo que hay gente que ha preferido dedicar sus años de formación a otras cosas y necesita traductor personalizado. Y van a pedirlo a los grupos de Facebook. A exigirlo, más bien. Seré yo la marciana que creo que aprender idiomas (o lo que sea) puede ser útil para la vida.

De paso piden que sea gratis, claro. No vaya a ser que la gente creativa que se gana la vida ideando patrones y vendiéndolos se hagan ricos y puedan dedicarse a lo que les gusta. Faltaría más. No vaya a ser que alguien triunfe gracias a su esfuerzo y a que no se ha conformado con que se lo den todo hecho.

Y cuando no tienen respuesta se enfadan, exigen aun  mas, sin entender que si no se les ha respondido es porque o bien no se tiene la respuesta o quien la tiene no la quiere dar porque le ha costado un esfuerzo conseguirlo que no le apetece compartir con desconocidos. Cuando se enfadan hacen lo que mejor podrían hacer, que es abandonar el grupo.

Lástima que en la vida (la real, la de fuera de Facebook) sigan cargando sus frustraciones contra los demás.

Entendedlo: nos engañaron. No podemos ser lo que queramos. No podemos hacer lo que nos dé la gana.


Pero si podemos ser felices con lo que hemos conseguido con nuestro esfuerzo. 

domingo, 15 de enero de 2017

Interludio

Mmmmm, después de mas de un mes, ya iba siendo hora de que me pasara por aquí. A día 15 de enero creo que ya está un poco feo que os felicite el año, así que lo que voy a hacer es desearos feliz vida, así, en general. Sin despeinarme.

La mía desde que empecé a trabajar es un poco mas caótica que antes (solo un poco) y con mis horarios imposibles lo que menos me apetece al llegar a casa es sentarme al ordenador a escribir. Sirva esto como pobre excusa para justificar el abandono al que os he tenido sometidos (he ahí mi frase pedante de hoy).

Por otra parte estoy en una etapa que no se si calificarla como de interludio o de cambio. Por un lado estoy cerrando etapas (algunas a mi pesar, pero es lo que hay), quitando lastre, desprendiéndome de capas. Por otro lado estoy a la expectativa de un futuro que a medio plazo aun no sé como va a ser. Tengo finales y comienzos, todo a la vez.


No os entretengo más, que ya me he puesto bastante densa para un domingo por la tarde, y tengo a pequeño con fiebre reclamando mimos (no entiendo cómo se puede tener fiebre, jugar, hablar sin parar y abrazar a mamá todo a la vez).