Después de lo que os conté ayer de Instagram, me acordé de
otra cosa que me pasó hace un tiempo también en Instagram. Que no es que yo
sepa mucho de marketing, ni de redes sociales, ni de nada, pero hay cosas de
algunos community manager que me dejan loca.
En Instagram miro todos los perfiles de los seguidores que
me entran nuevos (son pocos, no soy muy popular, ni falta que me hace), por si
me interesa seguirlos a mi también. Normalmente sigo crafters, ilustradores,
cuentas con fotos de gatitos y de paisajes chulos, gimnastas y cuentas de gimnasia
rítmica (algún día os hablaré de esto) y gente que conozco bien de la vida real
o bien de otras redes sociales. Si mi seguidor nuevo cumple algún requisito de
estos, o si veo que sus fotos me gustan y no se limitan a selfies, lo sigo a mi
vez.
Total que un buen día veo que tengo un seguidor nuevo. Miro
el perfil, y es una tienda de lámparas. No sé en qué le puede interesar mis
manualidades a una tienda de lámparas pero bueno. Es lo que tiene tener el
perfil público, que lo mismo te sigue una tienda de lámparas que un club de
fútbol. Como en este momento de mi vida no me interesan las lámparas, ni las
tiendas (bueno, esto un poco sí), ni las tiendas de lámparas, no le hago el
seguimiento recíproco y lo dejo estar.
Pasan un par de días, me salta la notificación de seguidor
nuevo, y veo que es la misma tienda de lámparas. Así durante un tiempo: cada
2-3 días me salta la notificación de la tienda de lámparas. Curiosamente, los
fines de semana y festivos descansa. Imaginaos mi cara pasando de “que ilusión,
un seguidor nuevo, voy a ver si es una cuenta cuqui para seguirla yo” a “otra
vez la dichosa tienda de lámparas”.
Entiendo que en algún momento me deja de seguir y vuelve a
seguirme otra vez automáticamente, para que a mí me salte la notificación de
que me está siguiendo y me ponga a seguirle a su vez. Que esto, si fuera yo
famosa y me lo hiciera una niña de 15 años podría entenderlo, me haría hasta
gracia. Pero una cuenta corporativa de una tienda de lámparas como que no
procede. Después de 15 veces aun no les debe quedar claro que no me interesan las
tiendas de lámparas.
Al cabo de unas semanas (creo que pasaron un par de meses),
ya mosqueada intrigada con la situación, le abro privado y le pregunto
por qué hace eso. Me responde que noooo, que es fallo de Instagram (ya, pero es
que solo me pasa con vosotros), que les ha pasado con más seguidores (yaaa,
pero es que yo no os sigo), que lo sienten, que bla bla bla. Curiosamente,
después de ese día, no he vuelto a saber de la tienda, ni de las lámparas.
Que vamos, que no es que yo sepa mucho de marketing, ni de
redes sociales, ni de nada… pero si alguien necesita un community manager que
no meta la pata, que me avise que estoy disponible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario