Ya sabéis que tengo dos hijos (si no lo sabéis, os estáis
enterando ahora), de dos padres diferentes. Soy así de disfuncional, pero soy
feliz con la familia que he formado.
Lo que no me hace tan feliz es tener un niño de 11 años en
casa que no ha pasado el día del padre con su padre, porque el tal padre no se
ha dignado a aparecer. Que tiene un regalo que ha hecho con el colegio para su
padre, y no se lo ha podido dar a nadie. Que hayamos aplazado planes porque su
padre le prometió que vendría hoy, sin falta, a las 11 de la mañana, y que sean
las 19:26 y hayamos pasado el día entre casa y el parque porque ni unos planes,
ni los otros. Que se cree que a quien perjudica es a mí, por fastidiarme esos
planes, pero en realidad a quien está perjudicando es a ese niño de 11 años que
espera, y espera, y espero que algún día se canse de esperar.
Tengo suerte, porque mi familia disfuncional la he
construido (reconstruido más bien) al lado de una persona maravillosa que es el
padre de mi hijo menor, que antes de ser padre ya ejercía como tal con el mayor
y que cada día me demuestra que todo ha merecido la pena.
No escribo desde la rabia, ni desde el rencor, ni desde el
odio. Escribo desde la pena que me da ver la decepción profunda en los ojos de
mi hijo, el de 11 años, mientras el de 3 solo puede admirar al hombre que cuida
de nosotros.
❤
ResponderEliminar❤
ResponderEliminarEs una pena, muy buena reflexión
ResponderEliminarEs una pena, muy buena reflexión
ResponderEliminar😘😘😘
ResponderEliminarBien por ese padre que no siéndolo biologicamente hablando si lo es afectivamente. Del otro... mejor no digo nada.
ResponderEliminarPadre es quien cuida, no quien engendra.
ResponderEliminarPena no haberlo celebrado con quien, seguramente, el sienta que es su padre de hecho.
Menos mal que son niños, a él la pena le durará menos que a ti.
Es una pena, sobre todo para el niño. Y a ti se te parte el alma (se me ha partido a mí leyéndote...). Un beso gordo.
ResponderEliminar