A mi hijo de 13 años aun no le he contado que hay veces en las que es necesario huir hacia adelante. Que una retirada a tiempo es una victoria.
No le he contado que hay personas que se hacen pasar por víctimas cuando son culpables. Que manipulan la realidad hasta el infinito para que parezca que los culpables son los demás.
Solo tiene 13 años. Por eso no le he contado que a veces el maltrato no consiste en golpear a alguien. Que antes del primer golpe hay un maltrato silencioso, cruel, invisible, que te agota por dentro y te deja sin autoestima y sin sentimientos. Que después del primer golpe yo supe parar, rebelarme y salir, pero hay gente que no es capaz de hacerlo.
No le he contado que la persona a la que amas puede ser la que te haga más daño.
A mi hijo de 13 años no le he contado que te puedes sentir en la soledad más absoluta aunque estés rodeado de gente. No sabe nada del miedo ni de la impotencia. Aun no sabe que si lo das todo sin recibir nada a cambio, al final te quedas vacío y dejas de ser la persona que eras.
Mi hijo de 13 años no sabe que se llora mucho antes de tomar algunas decisiones, aunque sepas que son las correctas. Porque estás tan roto y tan cansado y con tanto miedo al futuro que solo puedes llorar. Porque te han hecho tanto daño en el pasado que no sabes si vas a poder recomponerte algún día.
Mi hijo de 13 años ha vivido sin miedo porque yo tomé una decisión a tiempo, pero no sabe que se me desgarra el alma cada vez que sale por la puerta.
Lo que si sabe, porque lo ha visto, es que una persona rota puede recomponerse. No se lo he contado, pero sabe que mis aciertos y mis errores han sido siempre buscando lo mejor para él.
Lo que si le cuento, todos los días, es que lo quiero con toda mi alma porque pude llenarla de nuevo después de quedarme vacía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario