Dices que no eres romántico. Pero yo sé que si.
Como aquella vez que cogiste una rosa blanca y me la pusiste en el pelo.
Como aquella vez que me cogiste la mano mientras daba a luz un mundo. Nuestro pequeño mundo.
Como la vez que tuve migraña y me arropaste con cuidado para que no despertara.
Como el beso que me das cada mañana.
Te empeñas en negarlo, pero eres un romántico.